martes, 31 de mayo de 2016

Cine Chileno: La memoria del agua


Cine Chileno


Ficha Técnica
Año: 2015
Duración: 88 min
País: Chile
Director: Matías Bize
Guión: Matías Bize
Música: Diego Fontecilla
Fotografía: Arnaldo Rodríguez
Género: Drama

La Memoria del Agua

Amanda y Javier se separan tras la muerte de su hijo. Cada uno a su modo tratará de reconstruir su vida, una desde el dolor, el otro desde la evasión. Juntos emprenderán un viaje que podría volver a reunirlos como pareja, pero que también les hará comprender que el amor no basta para sobreponerse a la tragedia que les ha tocado vivir.



La cinta comienza en el instante mismo de la separación entre Javier (Vicuña) y Amanda (Anaya), a causa de un despojo, trágico e irreparable, que les ha sacudido la existencia que llevaban en común. Ese quiebre, lo utiliza Bize, para empezar a relatar (a través de la cámara), la vida íntima, después de esa ruptura, tanto de él, como de ella, pero centrado un poco más en la soledad, en la tristeza y en la desorientación, del integrante masculino de ese extinto vínculo amoroso. Estamos situados en Santiago de Chile, aunque podríamos encontrarnos en cualquier otra ciudad moderna y populosa, donde se hable mayoritariamente el castellano, y los vehículos transitan en espectaculares autopistas.


En ese contexto dramático, el director empieza a desarrollar su pensamiento estético y cinematográfico: primeros y primerísimos planos, ángulos fotográficos cerrados (con una que otra concesión, por supuesto), y una cámara que se mueve con la realidad y la “imprecisión”, en ocasiones, de un foco y un lente, portados en mano. Otro detalle audiovisual digno de anotar, es que para efectos espaciales y ambientales, el tiempo narrativo de la cinta, se extiende entre el otoño, y lo que parece ser la primavera de una misma temporada; con el posible estímulo afectivo y sensorial que esa situación representa tanto para los personajes, como sobre la visión que se hagan del asunto, los espectadores instalados en la butaca de una sala de cine.


La elección de Matías Bize por esta forma de expresar audiovisualmente sus motivaciones artísticas y temáticas (los rostros de los personajes, abarcan y prevalecen en casi la totalidad del encuadre), equivalen a un recurso de crear una puesta en escena, ya detectable en el realizador chileno desde su ópera prima:Sábado (2003), y reiterada en títulos como En la cama (2005), Lo bueno de llorar(2006), este último uno de sus créditos más audaces, creativamente hablando; y enLa vida de los peces (2010), ganadora de un premio Goya a la Mejor Película Hispanoamericana, hace más de cuatro años (2011).
Videoclip "La memoria del agua"

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